Lo observo y no dejo de asombrarme. Un lugar, un espacio, un territorio común y a la vez tan singular, tan mío como de todos; tal vez allí radique su misterio.
En mi barrio la noche es distinta, está cubierto por un manto invisible que lo cubre, lo protege, lo resguarda.
En él coexisten infinitos barrios construidos por infinitos habitantes de lo eterno que deambulan compartiendo sus infinitos sueños. A veces los percibimos. A veces nos acarician y nos sentimos acompañados en el crepúsculo de la vida.
Micro territorio de pertenencias recíprocas, principal alimento de nuestras soledades, cuando lo único que no nos abandona es la memoria.
En mi barrio la noche es distinta, está cubierto por un manto invisible que lo cubre, lo protege, lo resguarda.
En él coexisten infinitos barrios construidos por infinitos habitantes de lo eterno que deambulan compartiendo sus infinitos sueños. A veces los percibimos. A veces nos acarician y nos sentimos acompañados en el crepúsculo de la vida.
Micro territorio de pertenencias recíprocas, principal alimento de nuestras soledades, cuando lo único que no nos abandona es la memoria.
Raúl Menéndez
1 comentario:
me gustaría leer historias del viejo Gasómetro, sin lugar a dudas el de mas historia y grandeza.
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