domingo, 23 de septiembre de 2007

Dos no son suficientes

Fueron 14 años de amistad. A veces me acuerdo cuando entramos los tres de la mano a jardín de infantes, una época tan lejana que me parece imposible que haya pasado el tiempo.

Pero así éramos de unidos Matías, Carlos y yo. La vida pasó, claro, y las cosas cambiaron: aquellos dos pequeños niños de cuatro años se convirtieron en adolescentes de dieciocho, y una niña tan inocente, ya era una crecida mujercita.

Esos dos chicos siempre fueron mis mayores tesoros, eran mi familia. Estábamos en el último año de la secundaria, y faltaba muy poco para las vacaciones de verano que habíamos planeado pasar juntos.

Los rumores en el curso nunca se demoraban en llegar a nosotros. No nos afectaban, sabíamos bien lo que éramos y cómo decidíamos nuestras vidas. ¿Los raritos del curso?. Para nada. Pero nunca pensé que un rumor iba a cambiar tanto una amistad. Lo digo porque una vez me llegó el comentario que Matías y yo estábamos en pareja. Noté que él y Carlos me evitaban o algo así. Carlos parecía más enojado que yo por lo que se decía, como si estuviera celoso. Estuvimos toda esa mañana sin hablamos.

Cuando llegamos a mi casa, nos sentamos a comer, y fue cuando les pregunté:

- "¿Les pasa algo, chicos?".

Los dos se miraban entre sí, me miraban a mí, miraban las paredes, pero no decían nada, ¡como si hubiese venido el "Ratón Pérez" a comerles la lengua!.

Fue una situación tan incómoda que les sugerí que se fueran.

Si no iban a hablar, era inútil que siguiéramos mirándonos como idiotas. Se me cruzó por la cabeza la posibilidad de perderlos después de decirles eso, pero no me pareció para tanto. Ese jueves, la pasé muy mal, no pegué un ojo en toda la noche. Creí por un momento que el mundo se me desmoronaba.

Al día siguiente, fui al colegio. Era el último día de clases, ya terminábamos la secundaria. La idea de pasar juntos el verano se perfilaba imposible: tos chicos seguían sin hablarme Sonó el timbre del recreo... Cuando bajaba las escaleras, sentí que alguien me tomaba por la espalda. Era Carlos. Me dijo que tenía que hablarme de "algo sobre Matías". Yo no tenía el ánimo como para discutir esos chismes, y le negué directamente esa charla. ¿Para qué hablar al respecto?.

Quedé muy mal por la forma en que traté a Carlos. Sin embargo, seguí con lo mío.

Estaba en mi casa y sentí una soledad tan grande, que los llamé a los chicos para ver si por lo menos, esa noche podíamos "juntarnos para pasar el rato", y saber qué iba a ser de nuestras vidas después del colegio. Sus líneas estaban ocupadas. Fue a las dos de la madrugada... cuando escuché sonar el teléfono.

Era Matías.

- "¡Támara!... Pasó algo muy feo, nena!...". Yo no entendía lo que pasaba.-

- "¿Qué pasa Matías?...".

La comunicación se cortó, pero lo último que escuché decir a Matías fue...

"Carlos se mató!".

¿Alguna vez sintieron que todo se vuelve negro, y que no podes escuchar nada más que tu agitada respiración?. ¿Estaba soñando?, ¿Acaso había escuchado mal?...

Porque no podía creer eso. Llegué a pensar que Matías estaba haciéndome una broma. Pero no. Él no era de hacer esas cosas, menos con un tema tan serio. Lo volví a llamar, para saber si lo que había oído era cierto. Así fue. Carlos se había ido. Todo lo que tuvimos una vez, toda esa amistad, todos esos momentos junto a él, eran historia. Aquella noche lloré hasta la última lágrima que se guarda en el corazón.
Después de la misa que se hizo por la memoria de nuestro amigo, Matías y yo, decidimos hablar al respecto.

- "Ay... Támara. Yo nunca quise que pasara esto. No fue mi culpa que Carlos se enamorara de mí... ¿O sí, decime, fue mi culpa?".

En ese momento, sentí que todos los cabos sueltos poco a poco se iban uniendo. Sin más vueltas, Matías dijo que necesitaba contarme cómo habían sido las cosas. Ese viernes a la noche, Carlos fue a la casa de Matías y le confesó algo que sentía desde hacía mucho tiempo. Se había enamorado de él. Cuando se rumoreó que Matías y yo estábamos juntos, Carlos se enfureció mucho, y decidió no hablar con ninguno de los dos. Fue por ese motivo que estuvimos hasta esa noche sin dirigimos la palabra.

Pasaron muchos años desde que eso sucedió y hoy, 15 de diciembre, se cumplen 4 años desde la muerte de Carlos. Y hay veces que lo veo a Matías, mi amigo, mi hermano, pero nada es como antes. Creo que por momentos, dentro de mí, puedo sentir, recordar, y hasta tocar aquellos tiempos en que nos teníamos el uno al otro. Siento el perfume de Carlos, en ese último día de ciases, y la voz desesperada de Matías aquella noche; el llanto de Carlos sentado en el banco; recuerdo el día en que nos conocimos. A veces me pregunto si fue mi culpa que Carlos se haya suicidado.

Pienso que quizá lo que él necesitaba para seguir con su vida era aclarar sus sentimientos, tal vez necesitaba hablar sobre Matías, para explicarme todo lo que pasaba. Carlos no estaba enamorado de mí, estaba celoso porque imaginó que Matías estaba conmigo. ¡Por qué le dije a Carlos que no quería hablar! Quisiera por momentos volver el tiempo atrás, a esa noche y escuchar el teléfono sonar, poder atender y escuchar la voz de Carlos diciéndome:

- "¿Y qué hacemos esta noche, preciosa?... ¿Salimos tos tres juntos?...

Tru

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