domingo, 29 de julio de 2007

Todo pasa...

Lao-Tsé, sabio chino fundador del taoísmo, mantenía que el hombre de por sí, tendía a autodestrucción y para evitarla, de procurar el sendero de la vida. Qué cosa curiosa el hecho de que seamos una raza que continuamente no hace más que autodestruirse, a cada paso que da.

Pero si de autodestrucción hablamos, no solo hay que referirse a los conflictos armados, a las persecuciones políticas, al racismo o al calentamiento global. Hay maneras mucho más simples y cotidianas de auto castigarse, de inflingirse dolor. Una de ellas -en contra de todas las herramientas de marketing que hace décadas intentan mostrarnos lo contrario- es el amor.

Sí, el amor. ¿Le sorprende?... Veamos, entonces.

Una pregunta de carácter antropológico con miles de respuestas. ¿Qué es el amor?

Atracción física. Excitación sexual. Mariposas en el estomago. Necesidad de estar con alguien. Beneplácito de compartir determinadas vivencias... Y siguen las firmas.

Momentos cúlmines, pero efímeros, como comprar un terreno en un barrio nuevo, tardar años y empeño en construir una casa hermosa para descubrir al terminarla que el barrio se ha convertido en marginal. Eso queridos amigos es el amor. ¿Hay que ponerle énfasis?, ¿Hay que pensar que es eterno?

Lamentablemente creo que no.

Hay de aquel que hace promesas en nombre del amor. Porque con el tiempo, pagarlas le costará mucho. Hay de aquel que vive un presente triste añorando un pasado con campanas y violines, porque mucho le costara seguir adelante.

Al final de cuentas, las relaciones amorosas nos brindan un puñado de momentos bellos, pero muchos más de desencantos y desdichas. No me tome por favor por un hombre despechado. Solo haga un recuento mental y analice su experiencia. Sin miedo... Hágalo, y me dará la razón.

Habrá que separar la paja del trigo. Habrá que recordar -solo recordar- los buenos momentos del pasado sabiendo que indefectiblemente en el futuro serán un recuerdo. Ponerse la armadura y prepararse a un combate en el cual casi indefectiblemente saldremos lastimados.

Es probable que las heridas con el tiempo se curen pero cada vez que nos enfrentemos a la batalla, mirémonos al espejo antes de calzarnos nuestras armas para recordar donde y cuando nos hirieron cada vez. Una herida sobre otra anterior mal cicatrizada no cierra más.

Hubo una vez un rey que llamó a los sabios de la corte para darles un encargo:

- "Me estoy fabricando un precioso anillo de oro con un gran diamante. Abajo del diamante, quiero guardar algún mensaje que me ayudará a mi y a todo hombre en los momentos difíciles de la vida. Obviamente, tiene que ser un mensaje pequeño para que quepa en el anillo."

Todos esos sabios eran grandes eruditos. Podrían haber escrito grandes tratados sobre cualquier tema. Así que, pusieron sus mentes a trabajar.

Durante un año, pensaban y debatían. Buscaban en todos sus libros. Consultaron a otros sabios en países lejanos. Pero no podían encontrar nada. Y tuvieron que reportar su falla al rey.

Cuando reportaban esto, estaba presente un anciano sirviente de la familia real, conocido por su devoción al misticismo. Éste intervino diciendo:

- "Oh!, Majestad, no tengo estudios, no soy un erudito, ni un académico. Pero creo tener lo que le servirá."

Y el anciano místico escribió algo en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey, diciendo:

- "Pero no lo leas ahora. Mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación."

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Eran pocos sus seguidores y los perseguidores eran numerosos. Se sentía desesperado y al punto de rendirse.

De repente, se acordó del anillo. Sacó el papel y allí encontró su pequeño mensaje, lo que decía simplemente:

"ESTO TAMBIÉN PASARÁ"

Aquellas palabras le resultaron milagrosas. Le inspiraron nueva fe y coraje. Redobló sus esfuerzos y escapó. Al fin de un año, logró reunir a sus ejércitos y reconquistó el reino.

Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración en el palacio con música, bailes, comida, etc. El Rey presidía las festividades desde su trono, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo.

El anciano místico se acercó y le dijo:

- "Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje."

- "¿Qué quieres decir?" -preguntó el rey-. "Ahora estoy victorioso; la gente celebra mi regreso; no estoy desesperado; no me encuentro en una situación sin salida."

El anciano respondió:

- "Ese mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso."

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "ESTO TAMBIÉN PASARA".

El anciano le dijo:

- "TODO PASA. Ninguna cosa y ninguna emoción son permanentes. Todo viene y va como el día y la noche. Habrá momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la vida; es la naturaleza misma de la existencia."

A no hacerse problema...todo, todo pasa.

AlexB

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ta bueno pero muy denso para mí. Prefiero a Ferrante. Aldo de Barracas

Anto dijo...

Me parece que el amor no es una manera de autodestruirnos. El amor es el único camino para llegar a la felicidad, porque el amor no se refiere sólo al de PAREJA sino también al de amigos. Y es obvio que si nos ponemos a recordar nos vamos acordar mas momentos tristes, pero es psicológicamente obvio, puesto que estos nos marcaron más. Pero como dice el cuento TODO PASA!!! Los problemas de pareja van a pasar, la gloria también, pero el amor va a quedar porque NO ES UN SENTIMIENTO, es algo inexplicable que nos ayuda a transitar en el camino de la vida....